Eduard Limónov. Años salvajes

 

El adolescente Savenko o Autorretrato de un bandido adolescente, de Eduard Limónov (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo) Traducción de Pedro J. Ruiz Zamora | por Juan Jiménez García

Eduard Limónov | El adolescente Savenko

Limónov, Limónov por todos lados. Muerto él, sus libros siguen surgiendo, aquí y allá, en editoriales como Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, seguramente los primeros en editarle en este país. Cada libro es como una nueva entrega ya no solo de su obra, sino de de su vida. Porque Eduard Limónov escribió mucho y, entre todo ese mucho que escribió, escribió mucho sobre él. Su vida, ya de por si intensa, se nos multiplica por dos, por tres, por diez. Todas esas visiones de sí mismo, ciertas o no, más o menos deformadas, poco importa. El escritor ruso es como una totalidad, tan desbordante, tan inabarcable, como esas aguas en las que se bañaba. En los tiempos de la corrección, profundamente incorrecto. Como la vida. La de fuera, la que está por ahí, por todos lados, analógica. O la que estaba, porque ahora… Tristes imitaciones del apocalipsis. El adolescente Savenko (si no escribió sobre su infancia) debe ser, cronológicamente, la primera entrega de su dudosa autobiografía. Dudosa en más de un acepción de la palabra. Eduard tiene quince años. Estamos en 1959, en Járkov, Ucrania, Unión Soviética. Entonces no era Limónov. Era Eddie-baby.

Eddie-baby es un delincuente, un bandido a tiempo completo y un poeta a ratos. También estudia, pero eso es cosa de la edad. Lo dicho, lo importante es su faceta de bandido y Saltovsky es su zona. Sus colegas son abundantes, toda una fauna sin oficio ni beneficio, más allá de lo que logran robar aquí y allá, para gastárselo, si les llega, en vodka. Y si no les llega el dinero, en los brebajes más variados del gastronom. Además están las bandas, propias y ajenas, y escasos planes de futuro, un tiempo verbal que no saben muy bien como se conjuga. Las bandas y sus códigos, porque lo importante no es ser un delincuente sin más, sino conocer todas las reglas no escritas y comportarse como un hombre, como un auténtico bandido. Eddie-baby tiene una novia, Svetka. Una muñeca de catorce años. Cara de muñeca, cuerpo de muñeca. Y dos días para conseguir el dinero para llevarla a una fiesta. Doscientos cincuenta rublos. No es mucho pero hay que conseguirlo igualmente. Podría pedírselo a sus padres, pero estos tienen una idea estricta en este tema. Su padre es oficial del ejército, un policía militar en realidad (basura, que es el término que usan para referirse a ellos), ocupado del traslado de presos. Algo difícil de asimilar (y mucho menos de reconocer ante sus amigos) para Eddie-baby. Su madre no tiene oficio, pero si estudios universitarios.

Conseguir el dinero es la Odisea particular de este Ulises de barrio. Su Bloomsday. Svetka espera, pero sabe que no esperará mucho. Y Eduard Limónov vuelve a sus años salvajes (que visto lo visto debieron ser todos) para retratar a la fauna voraz de aquellos tiempos soviéticos, con el cadáver de Stalin allá a lo lejos, pero no tan lejos. Porque después de todo, El adolescente Savenko es una delirante galería de personajes acabados antes de empezar, la descripción del paisaje desprovisto de todo, menos de la miseria de aquellos años. La extraña felicidad pasoliniana de estos jóvenes de borgate ucraniana que viven a horas vista unas existencias debidamente codificadas... [artículo completo en Détour]


EL ADOLESCENTE SAVENKO: AUTORRETRATO DE UN BANDIDO ADOLESCENTE

EL ADOLESCENTE SAVENKO: AUTORRETRATO DE UN BANDIDO ADOLESCENTE

por Eduardo Nabal

Eduard Limonov, verso suelto donde los haya en la historia de la Unión Soviética, nos cuenta en su libro, recién reeditado, tal vez con ocasión de su reciente fallecimiento, “Autorretrato de un bandido adolescente”, su turbulenta adolescencia en Járkov, localidad ferroviaria ucraniana, donde se inició en un periplo marcado por una personalidad única, contradictoria, atormentada y a la vez impregnada de un desbordante talento. Allí el muchacho se codea con otros chicos de clase obrera, de diferente posición y aspiraciones vitales, y hace amigos y enemigos en pandillas en diferentes zonas de la ciudad aunque le cuesta, al contrario que a otros de sus colegas, abrirse, al principio, a las relaciones sexuales con chicas jóvenes, muchas de ellas todavía maltratadas por el machismo imperante, un masculinismo y una falocracia casi “einsesteniana” que contagia las fantasías del propio autor en muchas de sus obras. Limonov, al principio tímido, y siempre dubitativo sobre su identidad sexual, no escatima detalles a la hora de contar su vida sexual, su solapado antisemitismo o sus impulsos violentos, haciéndose un personaje a la vez realista y poco simpático para muchos lectores. 

Es en la Rusia pos-estalinista donde el joven Eduard Limonov descubre que ha de defenderse de la violencia, real y simbólica, que le acecha en todos los rincones y callejuelas, en todas las bibliotecas y escuelas, donde lee vorazmente libros de viajes, aventuras e ingeniería, de Julio Verne a los ensayistas rusos, donde se inicia como ladrón de poca monta, bebedor compulsivo y resistente a la ingesta desmedida de vodka, joven a la vez ególatra e inseguro (incapaz de llevar gafas por simple coquetería) y donde debuta como prometedor poeta ante un numeroso auditorio público de su localidad. 

Contada con una agilidad narrativa envidiable y sin cortapisas en el uso del habla cotidiana, su historia de iniciación se acerca a otras historias de apertura al mundo en entornos desfavorecidos, envilecidos y condicionados por el entorno social y por el devenir de la historia y sus dictados. La sombra de un egocentrismo en ocasiones cálido y en otras rayano en la paranoia aparece ya en algunos pasajes de su primera aproximación a la literatura como válvula de escape a una áspera cotidianidad, donde trata de abrirse un camino entre las sombras. Entre Genet y Dostoyevski, la prosa de Limonov, con su ritmo irrefrenable, sus ráfagas de lirismo introspectivo y su descarada sinceridad, hace perdonar las sombras de un hombre que surge nadando entre contradicciones vitales y cicatrices sin cerrar. [...]

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PRÓXIMAS NOVEDADES OTOÑO 2020

 

 

En este libro hay poca política. En él no encontraréis una mirada inteligente sobre la realidad, sino el parecer de un adolescente, un adolescente de clase obrera rodeado de gente de su misma clase social.
El libro ha resultado cruel y vivo al mismo tiempo. A diferencia de otras obras de escritores soviéticos, no hay política en él, o no es esa su intención. Mi intención era escribir sobre la vida y avatares de un adolescente. La acción transcurre los días 7 y 8 de noviembre del año 1958. El protagonista debe reunir el dinero suficiente para invitar a su novia. ¿Qué ocurrirá? Algo tan simple como la vida misma: el adolescente resulta ser un ladronzuelo y borrachín. Gracias a la sencillez del adolescente, sin embargo, los acontecimientos que se suceden a lo largo de estos dos días constituyen un fiel retrato de la realidad.

Eduard Limónov
El adolescente Savenko
o Autorretrato de un bandido adolescente
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