Abu l-Tayyib Ahmad ibn al-Husayn, así se llamaba al-Mutanabbi, nació en Kufa, al sur de Iraq, en el año 303 de la Hégira (915), trasladándose luego a Siria, donde creció y se educó. Durante su juventud, pretendió ser profeta, y a eso se debe precisamente el nombre por el que es famoso, que significa «el que se hace pasar por profeta». Un primer intento osado para el que tendría una arriesgada vida: dadas estas veleidades, Lulu, príncipe de Homs, lo mandó encarcelar en 322 (933). Al salir de prisión, deambuló un tiempo por las cortes de Siria, hasta que, en el año 337 (948), encontró a Sayf al-Dawla, emir de Alepo, ciudad que en esta época era el principal centro de la cultura árabe. Allí tuvo una buena acogida y grandes recompensas económicas por su actividad panegirista. En el año 346 (957) un malentendido con el príncipe, fomentado por las envidias de los cortesanos, lo obligó a abandonar Alepo y se dirigió a Egipto, donde gobernaba el esclavo negro Kafur. Como Kafur no satisfizo sus deseos ni sus expectativas, al-Mutanabbi empezó a satirizarlo, creándose a sí mismo una situación difícil que lo obligó de nuevo a huir en el año 350 (960). De Iraq a Persia, y en su regreso a Bagdad, en 354 (965), fue atacado por una partida de beduinos que dieron la muerte a él, a su hijo Muhámmad y a su criado Muflih. Al-Mutanabbi es considerado el mayor poeta árabe de todos los tiempos.

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