Varios

Compilación de ensayos y nota preliminar de Mireia Sentís. Traducción del inglés de Malika Embarek y María Enguix.

Los escritos compilados en este volumen proceden de épocas y autores tan distintos en edad como en intereses. Cada uno de ellos aborda un tema específico desde un punto de vista, un tono y un género literario diferente. Sin embargo, parten de una experiencia común que sin duda los une en un solo colectivo: el que constituye el Cuerpo político negro de Norteamérica.

Mireia Sentís.

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Imagen de cubierta: Bill Traylor (Benton, Alabama, 1853; Montgomery, Alabama, 1949). Tenía once años al final de la Guerra de Secesión, y durante toda su vida trabajó como aparcero en la misma finca. A los 85, comenzó a pintar en las calles de Montgomery.

Artículos, por orden de aparición, de:

Zora Neale Hurston (Notasulga, Alabama, 1891; Fort Pierce, Florida 1960). Escritora y antropóloga, su obra literaria figura entre las más relevantes del Renacimiento de Harlem.

James Baldwin (Nueva York, 1924; Saint-Paul de Vence, 1987). Brillante portavoz generacional de su comunidad, dedicó novelas y ensayos al análisis de la condición afroamericana. Emigró a Francia en 1948.

June Jordan (Nueva York, 1936; Berkeley, California, 2002). Poeta, ensayista, feminista y activista civil, fue catedrática de Estudios Afroamericanos en la Universidad de Berkeley.

Kobena Mercer (Londres, 1960). Catedrático de Historia del Arte y de Estudios Afroamericanos de la Universidad de Yale, es experto en políticas de la representación.

bell hooks (Hopkinsville, Kentucky 1952). Artista, crítica cultural y teórica del feminismo, fundó en 2014 el bell hooks institute, dedicado a la investigación de los sistemas de explotación y opresión. Nacida Gloria Watkins, utiliza seudónimo «para combatir el énfasis que suele ponerse en quién habla, y no en qué se dice».

Marlon T. Riggs (Fort Worth, Texas 1957; Oakland, California, 1994). Escritor y director de cine, fue profesor en la Universidad de Berkeley. Recibió un premio Emmy (1987) y el galardón al mejor documental en el Festival de Cine de Berlín (1989).

Cornel West (Tulsa, Oklahoma 1953). Filósofo y miembro de Democratic Socialists of America, ha impartido docencia en las  universidades de Princeton, Harvard, Yale y París.

Lisa Jones (Nueva York, 1961). Dramaturga y periodista en medios escritos y radiofónicos, ha publicado tres libros en colaboración con Spike Lee. Es hija de los escritores Hettie Jones (nacida Hettie Cohen) y Amiri Baraka (nacido LeRoy Jones).

Patricia J. Williams (Boston, 1951). Escritora y catedrática de Derecho de la Universidad de Columbia, Nueva York, publica regularmente en The Nation y forma parte de la junta del Center for Constitutional Rights.

Randall Kennedy (Columbia, Carolina de Sur, 1954). Catedrático de Derecho en la Universidad de Harvard, es autor de numerosos textos sobre asuntos relativos a la raza.

Hua Hsu (Cupertino, California, 1977). Profesor de Filología inglesa en Vassar College, Nueva York, colabora sobre temas de inmigración y multiculturalismo en The New Yorker, The Atlantic, The Wire.

Ira Berlin (Nueva York, 1941). Escritor y catedrático de Historia en la Universidad de Maryland, especialista en África occidental e Historia de la esclavitud en Estados Unidos.

Touré (Boston, 1971). Escritor y periodista, publica en The New York Times, The New Yorker, Vibe, Playboy, y realiza trabajos para televisión. Firma siempre sin su apellido (Neblett).

Craig Steven Wilder Escritor neoyorquino, catedrático de Historia en el Massachusetts Institute of Technology.

Mychal Denzel Smith (Washington DC, 1986). Colaborador de The Nation, The New York Times, Atlantic, y comentarista de radio y televisión (CNN, BBC).

Jesse Myerson Activista del movimiento Occupy Wall Street, publica en The Nation y Rolling Stones. Su verdadero nombre es Vaughan Allen Goodwin.

Carol Anderson Nacida en 1959, catedrática de Estudios Afroamericanos en la Universidad de Emory, Atlanta, recibió en 2016 el National Book Critics Award por su libro White Rage.

 

NOTA PRELIMINAR

En su libro Las almas del pueblo negro (1903), W. E. B. Du Bois escribió: «Entre el otro mundo y yo hay siempre una pregunta no formulada. Todos la esquivan: unos, por delicadeza; otros, por la dificultad de plantearla correctamente. Se acercan a mí de manera vacilante, me miran con curiosidad o compasión, y entonces, en lugar de decir directamente: «¿Qué se siente al ser un problema?», dicen: «Conozco a un excelente hombre de color en mi ciudad», o: «Yo combatí en Mechanicsville» [victoria de los Estados del Norte sobre los del Sur en la Guerra de Secesión], o: «¿No le hacen hervir la sangre esas afrentas sureñas?». A todo ello, según la ocasión, sonrío, me intereso o reduzco la ebullición a fuego lento. A la verdadera pregunta: «¿Qué se siente al ser un problema?», pocas veces contesto. Sin embargo, ser un problema es una experiencia extraña, peculiar incluso para quien nunca ha sido otra cosa, salvo quizá en su primera infancia».
La comunidad negra, cuya ciudadanía no se reconoció hasta la segunda mitad del siglo XIX, fue definida por un conjunto de conceptos que ayudaron a perpetuar la vieja ideología racial respaldada por las instituciones y los medios de comunicación. Medio siglo antes del escrito de Du Bois, Frederick Douglass pronunció su muy difundido discurso «El significado del 4 de Julio para el negro», en el cual declaraba que su gente se sentía totalmente ajena a la fiesta conmemorativa de la libertad de un país que los excluía de ella. Setenta años después de Las almas del pueblo negro, Donald Goines titulaba una de sus novelas policíacas Justicia del hombre blanco, aflicción del hombre negro. En 2016, la profesora Carol Anderson publicó La rabia blanca. Cuatro ejemplos que muy someramente dan cuenta de la resistencia intelectual de una fracción de la población que ha sido tratada, dentro de sus propias fronteras, como extranjera y problemática. Así ha ido conformándose el pensamiento surgido en el lado menos escuchado de la línea del color que todavía recorre Estados Unidos.
Los escritos compilados en este volumen proceden de épocas y autores tan distintos en edad como en intereses. Cada uno de ellos aborda un tema específico desde un punto de vista, un tono y un género literario diferentes. Sin embargo, parten de una experiencia común que sin duda los une en un solo colectivo: el que constituye el Cuerpo político negro de Norteamérica.
Mireia Sentís
Archivo de la Frontera, coordinado por Emilio Sola, ha dedicado un extenso comentario a Cuerpo político negro, incluyendo algunas páginas del libro:
Añadimos a continuación un extracto de dicho comentario:
Archivo de la Frontera
© CEDCS – www.archivodelafrontera.com – I.S.B.N. 978-84-690-5859-6La misma imagen de la portada del libro es una pieza excepcional de Bill Traylor
(Alabama, 1853-1949), un aparcero que a los 85 años comenzó a pintar en las calles de
Montgomery, de una expresividad dramática emocionante.
Archivo de la Frontera
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© CEDCS – www.archivodelafrontera.com – I.S.B.N. 978-84-690-5859-6
DE LA DERROTA A UNA IDENTIDAD OPOSICIONAL Y
LIBERADORA O LIBERTARIA…
La variedad de trabajos y enfoques de esta compilación la convierten en un
estupendo escaparate literario de algo tan americano como es la cuestión racial y
sus potencialidades reflexivas y transformadoras. Desde el primer texto, de Zora
Neale Hurston, “Qué se siente al ser yo de color”, la pasión supura por cada
página: “En ciertos momentos no tengo raza, soy yo” (p.17). Lo mismo sucede
con la carta a su sobrino, en el centenario de la emancipación, de James Baldwin,
evocando a su abuelo muerto, al que no había conocido y había tenido una vida
dura:
Lo derrotaron, mucho antes de que lo derrotara la muerte,
porque en el fondo su alma se creyó a pies juntillas lo que los blancos decían de él.
[…] Sólo te pueden destruir si crees que eres realmente lo que el mundo blanco
llama un nigger. Te lo digo porque te quiero, y te ruego que no lo olvides nunca.
[…] Este país inocente te encerró en un gueto,
pues lo que en verdad quería era que perecieras.
[…] Tú naciste donde naciste y te enfrentaste al futuro al que te enfrentaste
porque eras negro, por ningún otro motivo.
[…] Los detalles y símbolos de tu vida han sido construidos deliberadamente
para que te creas lo que los blancos dicen de ti.
(pp. 19-22).
El trabajo de June Jordan, “Eres lo que más me importa…”, es una lección
magistral de black english que se convierte, poco a poco, en otro emotivo relato
del tipo historias de vida a propósito de uno de sus estudiantes a quien la policía
le mata a un hermano… El black english como lengua de una “cultura
pretecnocrática e incluso antitecnológica”, en la que la presencia del sujeto es
absoluta, no hay construcción pasiva posible, dominada por la presencia de vida,
toda la acción transcurre en la lengua del presente de indicativo… Una clase
magistral de una buena profesora con abundantes ejemplos explicativos y que
transmite claridad y verismo.
Lo mismo sucede con “Políticas de pelo negro”, en donde Kobena Mercer glosa
el peinado como una forma de arte popular, que ha sido politizado en el sentido
de que:
“Si se habla de ‘buen pelo’ a la hora de describir el pelo de una persona negra,
lo que se está diciendo es que su pelo parece ‘europeo’:
es liso, no demasiado rizado y tampoco tan ensortijado” (p. 58).
Aunque por otro lado no deja de advertir que todo ese debate que plantea se refiere
a los negros del Nuevo Mundo “que en las sociedades primermundistas, sostienen
unas relaciones con la cultura euroamericana dominante notablemente diferentes
de las que se dan en el Tercer Mundo” (p.77).
Sugestivo también es el ensayo de bell hooks, en “Negritud postmoderna”, en la
que se muestra como una persona empeñada en “hallar nuevas estrategias de
resistencia” (p.99), con nuevo discurso apasionado y lúcido, siempre con esa
emotividad que asoma en todas las páginas de la antología:
Anhelo es la palabra que mejor describe el estado psicológico
compartido por muchos de nosotros, atravesando fronteras de raza,
clase, género y práctica sexual. Específicamente,
en relación con la desconstrucción posmoderna de los ‘relatos imperantes’,
el anhelo que mora en los corazones y las mentes de quienes han sido
silenciados por ellos en el anhelo de una voz crítica” (p. 101).
Citando unas palabras de Lawrence Grossberg, sobre el rap y el rapero, consigue
una formulación sapiencial y maestra por lo clarificadora también:
Ofrecen formas de empoderamiento no solo frente al nihilismo,
sino precisamente a través de las formas del nihilismo mismo:
un nihilismo empoderante, un momento de positividad a través
de la producción y la estructuración de las relaciones afectivas (ibd.).
Y con una suerte de conclusión estimulante:
No se trata de reproducir los grandes relatos modernos de la autoridad,
que privilegian algunas voces negando otras. Parte de nuestra lucha
por alcanzar una subjetividad radical y negra consiste en la búsqueda
de vías para construir una identidad que sea oposicional y liberadora (p.103).
DESATAD A LA REINA
El espléndido boceto teatral de Marlon T. Riggs de este título, merece la pena
reproducirse completo como recuerdo de esta antología.
NADANDO EN LA PISCINA DE LA IDENTIDAD
Lúcido y conciso, entre discurso académico y pragmático de político socialista
americano, Cornel West, en “Más allá de la discriminación positiva…”, arranca
contundente: “La crisis fundamental de la América negra es doble: demasiada
pobreza y demasiado poca autoestima” (p.119). Sigue, de Lisa Jones, escritora hija
del escritor Amiri Baraka y de la escritora Hettie Jones, una entrevista al Hada de
la Identidad que, en su fase final – es una conferencia con estructura muy ágil, a
la americana – introduce un peculiar Nadador:
“¿Algunas palabras finales a modo de consejo para aquellos
que nadan en la piscina de la identidad?”
[…] No aceptes ninguna postura – ya sea birracial, multirracial, interracial,
africana, asiática o latinoamericana – como un comodín político.
Desafía a todas tus comunidades a que cumplan sus expectativas.
La fallida poeta Audre Lorde, afroamericana, caribeño-americana,
feminista, gay y defensora de las causas globales de las personas de color,
siempre habló desde la pertenencia a sus múltiples hogares.
(p.144).
Patricia J. Williams hace una interesante lectura del juicio a O.J. Simpson desde
perfiles en que violencia doméstica y racismo parecen entrar en conflicto analítico,
y el breve “¿Qué tal vamos con la palabra nigger?”, de Randall Kennedy, sobre
esa suerte de palabra tabú pero que “está destinada… a permanecer entre nosotros
por muchos años más, a modo de recordatorio de las ironías y dilemas, de las
tragedias y glorias de la experiencia histórica de Estados Unidos” (p.176).
Especial consistencia tiene el trabajo de Leigh Raiford sobre “El consumo de
imágenes de linchamientos”, en el que presenta el llamado Shadow archive o
Archivo de la sombra, término acuñado por el fotógrafo Allan Sekula, y que entre
los años 1882 y 1930 tiene un conjunto de obras de gran éxito comercial en las
imágenes de linchamientos, tal iconos de crucifixión, propaganda, panfleto y
sacrificio…
En “¿El fin de la América Blanca?”, el californiano Hua Hsu comienza glosando
un interesante libro de 1929 de Lothrop Stoddard, La ascendente marea de color
contra la supremacía blanca en el mundo, en uno de los trabajos de más extensión
y consistencia (pp. 189-213), en donde glosa la paranoia racial y el caso
emblemático del magnate del hip-hop Sean Combs, un negrazo riquísimo que al
final de los noventa daba en Nueva York unas fiestas de gran potencia, “fiestas
blancas” en las que los invitados debían ir de blanco, y que emulaba
deliberadamente al Gran Gatsby:
“¿Que si he leído El Gran Gatsby? ¡Yo soy el Gran Gatsby!”,
contestó Combs a un periódico londinense en 2001 (p. 198).
Trata asuntos tan paradógicos y transformadores como la creación de “nuevas
identidades que no encajan ni en lo negro ni en lo blanco”, con el hip-hop (p. 198),
con afirmaciones tan sugestivas como:
La cultura popular apoya hoy una ética de la inclusión multicultural
que parece valorar todas las identidades, salvo la blanquitud (p. 199).
Y habla de una:
“crisis de identidad que afecta a los jóvenes bienintencionados, blancos
y de clase acomodada en un mundo posblanco” (p. 203).
Considerando por ahora este fenómeno como un triunfo del “multiculturalismo o
posracialismo”, el ensayo de Hua Hsu conduce del análisis del temor del hombre
blanco a los estudios sobre hombres blancos pobres… Un viaje de mucho más
alcance ya que el meramente sentimental.
Para Ira Berlin, el gran relato de la esclavitud a la libertad “arranca con la travesía
del Atlántico” siempre, y desmenuza la paradoja de la llegada de inmigrantes
africanos en el siglo XX, sobre todo a partir de 1965, en dimensiones mayores que
la trata clásica: “A comienzos del siglo XXI llegaron al país más africanos que
durante los siglos de la trata de esclavos” (p. 223). Y estas nuevas circunstancias
requieren una historia nueva” (p. 231).
DE “EN AMÉRICA ABUNDA LA ESPERANZA”…
Touré, en “Somos la quintaesencia de América”, hace un canto con perfiles
mitineros finales incluidos tras la victoria de Obama en las elecciones
presidenciales, y sintiendo que por fin el país “me ha aceptado”, y que “Nos
sentimos completamente parte de América por primera vez” (p. 237). La
experiencia de un amplio viaje a África del autor, de Ghana, Senegal y Costa de
Marfil a Marruecos, le maravilló y, sobre todo, le sorprendió el ser visto como
blanco en África, a pesar de sus esfuerzos.
Los americanos negros somos americanos por excelencia.
Somos la quintaesencia de América y no somos otra cosa que americanos
(p. 247).
La chicuelina final del ensayo de Touré es fruto directo del subidón Obama:
Necesitamos cada vez más negros sentados a las mesas del poder real.
Seamos como Barack. Tomemos lo que deseamos de América a pesar del racismo.
Sintamos como nuestra la promesa de América y obtengamos lo que merecemos.
Volvamos a casa. Cabe la posibilidad de combatir el poder,
pero prefiero que el poder seamos nosotros (p. 254). […]
Puede consultarse el artículo completo en Archivo de la Frontera

Información adicional
Colección

BAMM, 10

ISBN

978-84-946564-5-3

Año de edición

2017

Páginas

304

Tamaño

210 x 125 mm

Peso

395 g